La lujosa puesta en escena de Gilbert Deflo nos transporta a una época pretérita que subraya el retrato mordaz que propone Chaikovski: una generación desvanecida de la Rusia zarista, escondida bajo la apariencia de una amable descripción del reinado de Catalina la Grande. La corte, las calles y las orillas de los ríos de San Petersburgo salen en una partitura que intencionalmente recrea las formas musicales del siglo xviii, incorporando referencias a la música popular y religiosa sin sacrificar nunca el fervoroso lirismo del compositor. Junto a Eugene Onegin, representa la gran aportación de Chaikovski al campo de la ópera. Antoni Colomer ha desarrollado su trayectoria en instituciones y festivales como el Gran Teatre del Liceu, la Schubertíada, Juventudes Musicales de España o la Asociación Xavier Montsalvatge. Como crítico y musicólogo, ha colaborado con Catalunya Música, La Vanguardia Culturas, Núvol Digital, Platea Magazine y Revista Musical Catalana, entre otros. Es crítico y colaborador en la revista Ópera Actual. |