Para Verdi, el irresistible triángulo entre el rey, su hija y el bufón fue como un rayo, una inspiración. Entre el frívolo y licenciado Duca y Gilda, víctima de la ignorancia que la mantiene cautiva, se encuentra el bellísimo personaje del jorobado de dos caras cuyo paraíso es la protección familiar y la paz del hogar: exteriormente deforme y ridículo, pero, a la vez, apasionado y lleno de amor en su interior. Padre obsesionado con la maldición, monstruoso y desgarrador, grotesco y sublime a partes iguales, el papel principal llega a su apogeo en el aria “Cortigiani, vil razza dannata”, que, desde el estallido de la rabia hasta el momento de la súplica, confirma la capacidad del compositor de adaptar una forma heredada del bel canto al realismo teatral. Antoni Colomer ha desarrollado su trayectoria en instituciones y festivales como el Gran Teatre del Liceu, la Schubertíada, Juventudes Musicales de España o la Asociación Xavier Montsalvatge. Como crítico y musicólogo, ha colaborado con Catalunya Música, La Vanguardia Culturas, Núvol Digital, Platea Magazine y Revista Musical Catalana, entre otros. Es crítico y colaborador en la revista Ópera Actual. |